En mi trabajo, lo último que hacemos después de instalar un trabajo hecho en acero inoxidable es hacer siempre un repaso de limpieza.
Lógicamente, durante la instalación el trabajo se ensucia. Y es de esperar, que el cliente cuenta con encontrarse la barandilla o el mueble que había encargado, como si lo estuviera viendo en una fotografía de un catálogo de decoración.
De modo que pongo bastante empeño en realizar muy bien este último paso, para que la primera impresión sea más que positiva.
Hay que decir también, que para que después de hacer la limpieza, veamos una superficie muy brillante o perfectamente satinada, tiene que hacerse previamente un buen trabajo de pulido. Si no, siempre se percibirán rayones, diferencias de nivel u otros defectos.
Hoy, os voy a dar unos sencillos consejos que os ayudarán a mantener perfectamente las superficies de acero inoxidable y que se vean siempre como nuevas.
El trapo de algodón.
Es lo único verdaderamente importante. Prácticamente no se necesitaría nada más para dejar perfectamente limpia y lustrosa una superficie de acero inoxidable. El algodón es una fibra lo suficiente suave y abrasiva a la vez para limpiar y a la vez pulir el acero con cada pasada.
De hecho, parte de los discos de pulir que utilizo en el taller son de diferentes tipos de algodón. Más suave o más abrasivo en función del acabado que quiero darle a la pieza.
Es conveniente humedecer el paño para que la limpieza sea más sencilla. Y es muy importante secar la superficie después con otro paño seco para que no queden marcas del agua.
Esta limpieza con agua dulce limpia, es especialmente recomendable para el acero que tengamos en el exterior. Sobre todo si nos encontramos en ambientes de costa.
A lo largo de mis años como metalista, he probado muchos productos limpiadores. Y en realidad ninguno me ha demostrado que sea verdaderamente eficaz a corto y largo plazo.
Productos recomendables.
Algo que si recomiendo a menudo y que utilizo habitualmente son los pulimentos. Los pulimentos no son productos de limpieza exactamente. En realidad son compuestos abrasivos que se utilizan en la última parte del pulido para dar el acabado final.
La mayoría de ellos han de ser aplicados mediante pulidora para que desgasten debidamente el material. Lo que complica la tarea si no tienes la herramienta y además no sabes utilizarla.
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| Pulimento para metal de Wurth. |
Por lo que cuando algún cliente me pide consejo sobre que utilizar para mejorar el aspecto del acero yo les recomiendo el pulimento para metales de la casa Wurth.
Viene en un envase como un tubo de pasta de dientes y solo necesitas un trapo de algodón limpio para aplicarlo. Por lo que es muy fácil de usar. Y además funciona realmente bien, de hecho yo lo utilizo habitualmente en mi trabajo. Elimina pequeños rayones superficiales y absorbe toda la suciedad que pueda tener la pieza. De modo que consigues un aspecto nuevo y reluciente.
También es fácil de conseguir ya que puedes comprarlo en su tienda on line.
Lo que nunca debes hacer.
Lo que nunca se debe hace, es intentar limpiar el acero inoxidable con productos de limpieza ácidos como la lejía o disolventes. Aunque en un primer momento de la impresión de funcionar muy bien, en realidad estás desencadenando un proceso químico que acabará por corroer el acero. Lo que dará lugar a manchas de óxido, un problema mucho más complicado de solucionar. Ya que requeriría de un pulido exhaustivo para poder eliminar el ácido que está atacando al material.
Tampoco utilices lijas o estropajos, por finos y suaves que puedan parecer. Este tipo de abrasivos dejarán marcas en el acero muy difíciles de eliminar.
Y esto es todo por hoy. Espero que estos consejos os hayan resultado útiles y os sirvan para dejar vuestros muebles y superficies de acero tan impresionantes como el primer día.
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Post no patrocinado.
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